Extremadura es uno de esos tesoros turísticos semi-escondidos que tenemos en España. Una región que por su ubicación, en el centro-este del país, y por sus comunicaciones, que por desgracia no acompañan, hace que no la tengamos en la cabeza como un destino preferente a la hora de planificar un viaje. Sin embargo, vale la pena dejarnos caer por allí y sorprendernos con todo lo que puede ofrecernos.
Nos dicen los expertos turísticos de Idiomatur, un operador que organiza actividades y visitas guiadas por Extremadura, que esta región contiene una belleza natural, unos tesoros culturales y una deliciosa gastronomía que no dejan a nadie indiferente.
Baste este artículo como una pequeña muestra de la amplia lista de atractivos turísticos que Extremadura ofrece al visitante.
Cáceres.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986, su extenso casco antiguo es una ciudad renacentista por la que parece que no ha pasado el tiempo desde el siglo XVI. Perderse por sus calles es una experiencia tan especial como puede ser callejear por las calles del centro histórico de Córdoba o de Toledo.
En la edad media era una ciudad disputada por los reinos de Al Ándalus, Portugal y el reino de León. Tras la batalla de las Navas de Tolosa es reconquistada definitivamente. El rey Alfonso IX de León, con el objetivo de atraer población para hacer fuerte la plaza, le concede un fuero especial y la convierte en Villa de Realengo. Una ciudad autogobernada, independiente del poder de los señores feudales y de las órdenes militares. Esto propició el florecimiento de la ciudad y la formación de una burguesía agraria dedicada al comercio y a la ganadería. Lo que hizo que en sus calles se construyeran innumerables palacetes y casas señoriales renacentistas.
El Monasterio de Yuste.
Por los grandes beneficios para la salud que aporta el Valle de la Vera (Cáceres) y la tranquilidad del lugar, el emperador Carlos V escogió este monasterio de mojes jerónimos para pasar los últimos años de su vida. Aquejado, entre otras cosas, por la enfermedad de gota en estado terminal, el emperador mandó construir un palacio adosado al monasterio al que accedía por una larga rampa. Carlos V ya no podía poner el pie en el suelo y solo podía llegar al monasterio a lomos de un caballo.
El monasterio fue parcialmente destruido por los franceses durante la Guerra de la Independencia. En aquel momento, los monjes lo abandonan. Tras la desamortización de Mendizabal, el edificio entra en una fase progresiva de abandono. Es durante la II República cuando se plantea la necesidad de rescatarlo. En 1949 se inician las obras de reconstrucción. En la actualidad está completamente restaurado, recuperando el aspecto de sus años de esplendor. Además de estar abierto al público, en él se celebran actos institucionales como la entrega anual de los Premios Europeos Carlos V, presididos por el rey.
Parque Nacional de Monfragüe.
Atravesado por los ríos Tajo y Tietar, este espacio natural, declarado por la UNESCO, Reserva de la Biosfera, es el hábitat de especies protegidas en peligro de extinción como el buitre negro, el águila imperial ibérica, el águila perdicera, la cigüeña negra y el alimoche.
El parque natural está abierto al público y dispone de una red de miradores desde los que se puede apreciar el vuelo de las aves salvajes sobre los peñascos. Entre estos miradores destacan los del Castillo de Monfragüe, un castillo árabe en ruinas del que solo queda en pie la torre del homenaje y una pequeña ermita del siglo XII, el del Salto del Gitano, el Mirador de la Báscula y el de la Higuerilla.
Aparte de las aves antes citadas, los visitantes, con suerte, podrán observar ciervos, jabalíes, conejos, el gato montés, la nutria o la jineta. Además, la Iniciativa Startlight destaca la calidad de su cielo y las perspectivas que ofrece el parque para observar las estrellas por la noche.
Trujillo.
No muy lejos de Monfragüe se encuentra la ciudad de Trujillo, considerado uno de los pueblos más bonitos de España. Es conocido por ser la localidad de origen de Francisco Pizarro, conquistador del Perú, y de Francisco de Orellana, descubridor del río Amazonas.
Antes de que nacieran los conquistadores, Trujillo ya era un enclave importante. Situado sobre una loma de granito, que permitía ver como se acercaba el enemigo desde cualquier dirección, fue un puesto estratégico disputado por diversos pueblos. En él, establecieron los romanos una prefectura de la legión.
Cuando los musulmanes invadieron la península, Trujillo estaba bajo el dominio despótico de los visigodos. Los árabes al llegar a la ciudad instauraron la libertad de culto y bajaron los tributos, por lo que fueron rápidamente aceptados. Bajo gobierno árabe, en Trujillo convivían las tres culturas: musulmanes, judíos y cristianos. Fue el primer periodo de esplendor de la ciudad. En la plaza de Trujillo se instauró un mercado franco (libre de impuestos) que trajo prosperidad a la zona. La ciudad llegó a ser capital de un reino de Taifas.
El segundo periodo importante proviene del papel destacado que juega la ciudad en la conquista de América. Gracias a ello se construyen importantes palacios renacentistas como El Palacio de los Marqueses de la Conquista, el Palacio de San Carlos o el Palacio de Don Juan Pizarro, que funcionó como Casa de Contratación de las Américas, llevando el registro de las mercancías que llegaban a nuestro país procedente del continente americano.
Las Hurdes.
En 1933, Luis Buñuel estrena la película documental “Las Hurdes. Tierra sin pan.” El director aragonés pone en el mundo el nombre de una comarca prácticamente olvidada. Las Hurdes, un conjunto de pequeños pueblos dispersos en la confluencia de la Sierra de Gata y la Sierra de Francia, al norte de la provincia de Cáceres. Un lugar duro de montaña sin apenas espacio para labrar.
Con la película, Buñuel retrata el atraso de la España rural y refuerza los planteamientos de la II República. Un proyecto político-social centrado en sacar a España de siglos de atraso social y económico. Con una voluntad decidida de lucha contra la injusticia.
Dice la web Cine Historia que la película es un homenaje a los habitantes de esas tierras. Buñuel se decide a retratarla después de las denuncias de epidemia de Bocio en la comarca, que hace el doctor Gregorio Marañón.
A pesar de su tradicional economía de subsistencia, las Hurdes dispone de un entorno natural de gran belleza. Hoy la comarca dispone de una mejor situación económica, entre otras cosas, gracias al desarrollo del turismo rural. Sus pueblos están plagados de leyendas, un lugar indicado, no solo para los amantes de la naturaleza, sino también para los interesados en la España mágica.
Badajoz.
La ciudad más populosa de Extremadura presume de ser el recinto amurallado más grande de España. Debido a las murallas que fueron levantando los árabes durante siglos, mientras Badajoz era una de las ciudades más importantes de Al Ándalus.
En su recorrido encontramos lugares singulares como la Torre de Espantaperros, que sirvió de modelo para construir la Torre del Oro de Sevilla, o la Plaza Alta, una preciosa plaza cuadrada de arcos árabes formada por piedras alternas, blancas y rojas, que durante mucho tiempo fue la plaza pública de la ciudad.
Además del conjunto monumental, Badajoz dispone de dos museos especialmente atractivos para los amantes del arte y la pintura. El Museo Provincial de Bellas Artes, una pinacoteca en la que, aparte de contener cuadros representativos de pintores extremeños, alberga obras de Zurbarán, Goya, Picasso y Dalí, y el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (M.E.I.A.C.) Un edificio vanguardista de planta circular construido sobre la antigua prisión de la ciudad, en el baluarte militar del Fuerte de las Pardelas. En él se presentan exposiciones de obra multimedia de creadores españoles, portugueses e iberoamericanos, además de contener de material permanente de Luis Buñuel, Daniel Canogar y el Equipo 57.
Mérida.
Dice el blog de viajes «El viaje me hizo a mí» que Mérida tiene una barbaridad de patrimonio de todas las épocas. Sin duda, lo que más llama la atención de la capital extremeña es que contiene uno de los legados más extensos y mejor conservados de la presencia romana en la península ibérica.
Declarada también Patrimonio de la Humanidad, su joya monumental es el teatro romano, en el que todavía se siguen representando espectáculos. No muy lejos se encuentra en anfiteatro, bastante bien conservado.
Mérida cuenta con 2 puentes romanos y con 2 acueductos. Respecto a los puentes hay uno que pasa sobre el río Albarregas, mientras el más famoso, el que atraviesa el Guadiana para dar entrada a la ciudad, fue operativo para el tránsito de coches hasta 1991. En referencia a los acueductos están el de Los Milagros, con una altura de 25 metros, y el de San Lázaro, que tiene una longitud de casi 1 kilómetro. Otros monumentos destacables de la época romana son el circo, el templo de Diana, el arco de trajano y la casa de Mitreo.
Esto solo es una pequeña muestra de todo lo que puedes ver en Extremadura.