Tratamientos para el antienvejecimiento

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El envejecimiento, un fenómeno natural intrínseco a la vida, implica una secuencia de transformaciones físicas y fisiológicas que abarcan todo el organismo. Estas metamorfosis ocurren a diversos niveles, desde el celular hasta el tisular y orgánico, y están vinculadas a una decreciente capacidad del organismo para adaptarse al entorno.

Entre los indicadores más evidentes del envejecimiento se encuentra la transformación de la piel, que se manifiesta a través de la formación de arrugas, la aparición de manchas, la pérdida de firmeza y la disminución de su elasticidad.

Estos cambios que se producen en la piel son solo el inicio del envejecimiento. Cuando nos hacemos mayores hay también otras partes del cuerpo que se ven afectadas. Por ejemplo, es frecuente perder masa muscular, la aparición de enfermedades crónicas o la disminución de la densidad ósea. 

No obstante, el envejecimiento es algo que no se puede evitar, pero se puede retrasar. Gracias a la ciencia y a la medicina hay numerosos tratamientos. Se pueden clasificar en tratamientos los preventivos y correctivos. La diferencia entre ellos es que los primeros se realizan para anticiparse al envejecimiento y con ello retrasar su aparición. Por su parte, los correctivos se aplican cuando ya han salido a la luz signos de envejecimiento. Trata de disminuir su apariencia. 

Expertos de Medyglobal, dedicados a la medicina estética y dermatológica, consideran que un “desarrollo de terapias combinadas antienvejecimiento requiere de tratamientos no agresivos y tratamientos de apoyo”.

Tratamientos preventivos

Los tratamientos preventivos como su nombre indica tratan de prevenir los efectos del envejecimiento como son las arrugas o la aparición de expresiones en la piel. La finalidad que tiene este tratamiento es retrasar la aparición y para ello, se centra en adoptar hábitos saludables. 

Entre los tratamientos preventivos uno de los más efectivos y beneficiosos, también para la salud en general es llevar una dieta saludable y equilibrada. Rica en alimentos como verdura o fruta. Estos proporcionan vitaminas y actúan como antioxidantes. Principalmente del estrés oxidativo, que es el principal  contribuyente al envejecimiento. Consumir estos alimentos ayuda a que la piel se mantenga intacta, sin inflamación ni manchas ya que contribuye a la regeneración de células. 

Otro tratamiento también beneficioso en muchos aspectos es realizar ejercicio regularmente. Ayuda a mantener la masa muscular que nuestro cuerpo necesita y también la correcta densidad ósea. 

Otra ventaja del ejercicio físico es que estimula  la producción de endorfinas. Estas son unas hormonas que generan bienestar y ayudan a reducir el estrés. Factores que inevitablemente repercuten en el envejecimiento. 

La exposición al sol también hay que tenerla en cuenta. Aunque a muchas personas les gusta tomar el sol para coger color, lo cierto es que el sol incrementa el envejecimiento. Sobre todo la sobreexposición. Tomar el sol de forma puntual es beneficioso por la vitamina D. 

Precipita la aparición de arrugas, manchas y pérdida de elasticidad. Por ello, es necesario llevar a cabo prácticas de protección como usar protector solar y no tomar el sol en exceso. 

También es importante proteger la piel no solo contra el sol, hay muchos otros factores ambientales que son perjudiciales para la piel. Tomar medidas, es otro aspecto clave para prevenir el envejecimiento. Por ejemplo, la contaminación atmosférica y el humo del tabaco aceleran el envejecimiento cutáneo. Como medida preventiva en este sentido, ya que no salir a la calle no es una opción, se recomienda usar cremas y productos cosméticos con propiedades antioxidantes. Ya que ayudan a contrarrestar los efectos negativos de estos factores ambientales.

Tratamientos correctivos

Los tratamientos correctivos son aquellos que, por regla general, más utiliza la gente. Pues son aquellos que se llevan a cabo cuando nuestra piel ya tiene signos de envejecimiento. Es decir, poner remedio cuando ya visualizamos los efectos de la edad. 

Los tratamientos correctivos se clasifican en los no quirúrgicos y los quirúrgicos. Ambos con la misma finalidad, abordar de manera directa los cambios que con la edad sufrimos en la piel y en otras partes de nuestro cuerpo.

  • Tratamientos no  quirúrgicos

Son aquellos que de forma habitual se realizan como paso previo a tener que recurrir a la cirugía. 

Los tratamientos no quirúrgicos más utilizados son, por ejemplo, el relleno. Ofrece una solución efectiva porque permite suavizar arrugas y las líneas de expresión a través de la inyección. 

Es frecuente que se inyecten sustancias como el ácido hialurónico, el colágeno y la hidroxiapatita de calcio. Gracias a las cuales se recompone el volumen de la piel, así como la firmeza que se pierde con la edad. 

Gracias a la proteína colágeno y al polisacárido, ácido hialurónico,  se ayuda a retrasar los signos del envejecimiento. Se pueden encontrar en numerosos productos y en diferentes formatos tales como suplementos alimenticios, cremas, sueros y otros productos cosméticos.

Los productos que contienen colágeno y ácido hialurónico son, generalmente, seguros. No obstante, siempre es recomendable consultar a un especialista su uso. 

El objetivo de los tratamientos no quirúrgicos es claro, mejorar la elasticidad, reducir la aparición de más arrugas, mejorar la firmeza de la piel, ayudar a mantener la hidratación de la piel y  proteger la piel del daño solar.

Otro tratamiento a tener en cuenta es el bótox. Técnicamente llamado toxina botulínica, conocida comúnmente como Botox, ha ganado una gran aceptación en el mundo de la estética facial. Es un tratamiento que tiene como objetivo relajar los músculos faciales. De esta manera, se evita la formación de arrugas y líneas de expresión. Es una de las opciones más atractivas hoy en día debido a su rápida aplicación y resultados. 

  • Tratamientos quirúrgicos

Los tratamientos quirúrgicos son más invasivos, pero a la vez ofrecen resultados más duraderos. Entre los más realizados se encuentra el lifting facial o los  peelings químicos. Estos últimos son una herramienta no quirúrgica utilizada en la corrección de signos de envejecimiento. Estos tratamientos implican la aplicación de soluciones químicas para eliminar las capas superficiales de la piel, estimulando así la producción de colágeno y revelando una piel más suave y renovada. Los láseres, por su parte, han demostrado eficacia en la eliminación de manchas, arrugas y la corrección de la flacidez cutánea mediante la estimulación de la regeneración celular. Se emplean con el objetivo de tensar la piel, principalmente usado en rostro y cuello. También la blefaroplastia. Esta es una cirugía que se emplea para eliminar el exceso de piel que se produce en los párpados.  

Otros tratamientos quirúrgicos son la rinoplastia y la mentoplastia. La primera de ellas dirigida a modificar la nariz y la segunda el mentón. Son dos tratamientos muy personales, permiten cambiar la estructura de cada parte mencionada, con efectos indirectos sobre el resto de la cara.

¿Qué tener en cuenta para elegir el tratamiento para el antienvejecimiento?

Hay muchos aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de elegir el tratamiento para el antienvejecimiento. Como hemos visto hay diversos tratamientos y cada uno de ellos tiene características y consecuencias que se deben evaluar previamente. Además, las necesidades particulares son el principal factor a tener en cuenta. Por ejemplo, quien tiene pocos signos puede apostar por tratamientos menos invasivos que quien tiene ya signos claros y notorios. 

En cualquier caso, para elegir el primer paso es definir los objetivos que se quieren cumplir y saber qué tratamientos existen, así como los objetivos de cada uno de ellos. 

Cada persona tiene una necesidad distinta. No es lo mismo mejorar las arrugas que eliminar manchas. Al tener claro qué resultado se quiere obtener se puede seleccionar el tratamiento que mejor se adapte. 

Otro aspecto a tener en cuenta es la salud del paciente. Es importante que antes de iniciar cualquier tratamiento se consulte a un especialista. Hay tratamientos que tienen efectos que pueden afectar de forma directa a quienes tienen enfermedades. Por ello, hay que considerar los posibles efectos secundarios según cada caso particular con el fin de evitar riesgos dañinos. 

También hay que considerar los riesgos o complicaciones que pueden derivar de cada uno de los tratamientos. Todo tratamiento tiene riesgos y estos deben conocerse. Una decisión de tal envergadura requiere estar informado. Saber los pros y los contras según cada caso. Evidentemente todo tratamiento que no requiere una intervención quirúrgica tiene menos efectos que los que sí. 

Otro aspecto determinante a la hora de elegir es el precio. En muchos casos las personas se guían por el precio. Es decir, no todo el mundo puede permitirse costes elevados para tratar el envejecimiento. Por ello, hay que solicitar presupuesto de los tratamientos y elegir en función del dinero disponible. Hay tratamientos para todos los bolsillos. Hay que prestar atención a la relación calidad-precio de cada uno de ellos. 

Por último, la información. No se puede tomar una decisión sin estar completamente informado. Son decisiones que repercuten en la salud y por tanto, requieren un análisis exhaustivo. Busca información de diferentes fuentes, que sean fiables, de especialistas en el tratamiento, así como de especialistas de la salud en general. En este sentido es necesario resolver todas las dudas que se tengan sobre el tratamiento. 

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